Con
cierta reserva, Leyre empezó a caminar por el pasillo que delimitaban dos
largas filas de velas blancas. Miraba a su alrededor esperando que alguien le
aclarase lo que allí ocurría pero no había ni camareros, ni metres, ni mucho
menos clientes. Estaba completamente sola. Llegó hasta una mesa que estaba cubierta
con un mantel blanco sobre el que había unas velas, dos rosas blancas y un
sobre donde se leía “Cógeme”.
Rápidamente un mensaje apareció ante sus ojos.
“No cabe el miedo entre tú y yo”
Una leve sonrisa apareció en sus labios y continuó con su
camino hacia la felicidad, como le había dicho Marta. Empezó a hacerse una
ligera idea de quién había ideado todo aquello pero no estaba muy segura, por
lo que al llegar a la segunda mesa ya estaba muerta de la curiosidad. Misma
decoración, mismos objetos sobre ella y un nuevo mensaje por leer.
“Quiero
ser testigo de cada uno de tus despertares”
Al final de estas palabras también se leía un “Continúa
subiendo la escalera”. Como pudo, debido a su esguince, llegó hasta arriba para
descubrir la terraza del restaurante completamente decorada con velas y flores
blancas. Encontró otra mesa igual. Llegó a la conclusión de que en cada mesa
había encontrado dos rosas, las cuales sumaban los seis años que había estado
alejada de Madrid. Con las lágrimas al borde del precipicio cogió el último
sobre.
“Necesito
que me hagas sentir de nuevo”
Esa frase era lo único que decía la tarjeta y fue
suficiente para que todo se removiese en su interior dándole respuesta a lo que
debía hacer. Levantó la cabeza rápidamente al escuchar los primeros acordes de
“Amiga mía”, su canción. Sintió cómo un cuerpo masculino se apretaba contra su
espalda y cómo el aliento de Hugo erizaba toda su piel.
—¿Bailas?—. Leyre se
volvió para mirarle con cara de circunstancia pero aceptó.
Desde que había vuelto, por fin sentía que todo empezaba
a irle bien y lo sintió realmente cuando Hugo la rodeó con sus brazos para cantarle, una
vez más, al oído. La canción terminó y ambos se quedaron mirándose a los ojos.
—Estás loco—. Susurró
Leyre antes de dirigir su boca hacia la de él y besarle...
(Imagen: Pinterest)
(Imagen: Pinterest)
Continuará...
Ains que bonito... me encanta!
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