Me
despierto en un día cualquiera de una semana cualquiera con la misma sensación
de los últimos meses. Al girarme en la cama me doy cuenta que el lado contrario
vuelve a estar frío. En el baño encuentro la prueba de nuestra enésima discusión:
un test de embarazo con resultado negativo, para no variar.
Salgo
al pasillo y llego hasta la cocina, y ahí está él. No nos hablamos, ni nos
miramos. ¿Quién nos iba a decir hace unos meses que nos comportaríamos como dos
extraños? Desayuno sumida en mis pensamientos, de los que despierto con un
sonoro portazo. Me quedo embobada mirando hacia la puerta cerrada y me dejo
caer al suelo mientras las lágrimas se deslizan raudas por mis mejillas, <
¿cómo hemos llegado a esto? >, pienso una y otra vez.
No
sé cuánto tiempo llevo ensimismada con el murmullo de la televisión de fondo,
cuando un terrible estruendo me sobresalta. Mientras observo por la ventana una
enorme columna de humo que se eleva hacia el cielo, un rótulo de color rojo
llama mi atención en la pantalla del televisor. La taza de café se escapa entre
mis dedos y se estrella en el suelo desintegrándose en mil pedazos. Camino como
puedo y temblando hacia el dormitorio y me visto con lo primero que encuentro
en el armario.
Diez
minutos después me encuentro corriendo calle abajo. Tres manzanas distan hasta
el lugar donde se ha producido la explosión. Corro desesperada, limpiándome las
lágrimas a manotazos y repitiéndome una y otra vez el mismo mantra: No por
favor, no, no, no….
Por
mi mente, a la misma vez, se suceden miles de imágenes que componen toda
nuestra historia: el día en el que cruzamos nuestras miradas en aquel bar, la
dulzura con la que me hizo el amor por primera vez, su sonrisa reflejada en mis
ojos cuando apareció el positivo en la prueba de embarazo, sus lágrimas
derramándose por su precioso rostro mientras que con sus pulgares secaba las
mías tras el primer aborto… Miles de sensaciones sacuden mi cuerpo, igual que
las cosquillas que aparecían en mi estómago cada vez que me rozaba… ¿De qué
sirve todo si no lo tengo a él? ¿Cómo me he atrevido a juzgar cómo se siente? ¿Cuándo
dejamos de hacer el amor para interpretar actos coreografiados? ¿Cuándo nos
hemos perdido el uno al otro?... Y sin darme cuenta, me encuentro suplicando no
sé a quién: Dame tiempo, por favor…, todavía nos queda mucho, nos queda mucho
por sentir, y juntos, siempre juntos…
Levanto
la vista y me detengo en seco ante el caos que se despliega ante mí. Sólo me
queda gritar su nombre hasta desgarrarme por dentro. Varios sentimientos
imposibles de diferenciar sacuden mi cuerpo: miedo, angustia, pánico…
Intento
avanzar unos metros hasta que un agente de la autoridad me impide el paso.
Pregunto y pregunto y siempre obtengo la misma respuesta: nada. Con la
desesperación dibujada en la cara parece, por fin, que alguien se apiada de mí —Sólo tenemos el listado de los vehículos implicados en el choque múltiple,
señora—, me dice. Y ahí está. En letras mayúsculas y de color llamativo. Algo
que me he negado a creer desde que salí de casa. Cuatro dígitos. Cuatro simples
números que acaban de desbaratar toda mi existencia, que me empujan hacia un
precipicio en el que caigo sin control. Ya no existen las discusiones, las
malas caras, los silencios incómodos, nada importa. Sólo queda el dolor. Me
desplomo en el suelo y hago lo único que puedo hacer, aunque ya no esté, aunque
ya no pueda oírme, llamarlo, gritar su nombre una y otra vez.
Estoy
inmóvil, no siento, no escucho. Soy como una muñeca rota, destruida,... Hasta
que un escalofrío recorre mi columna vertebral y despierta todos mis sentidos.
Alguien me susurra al oído: —Shh, soy yo, estoy aquí…contigo…juntos,
¿recuerdas?
¡Los pelos de punta tengo!
ResponderEliminarMe has enganchado desde la primera palabra. ¡Alucinante! Sois unas escritoras estupendas.
Ohhhhhhh, se me han saltado las lágrimas, que triste, no puede acabar asiiiiiiii. Maravilloso. 😙😙
ResponderEliminarMe ha encantado Rocio, me ha parecido genial.
ResponderEliminarLo leí en su momento y me encantó, igual que me vuelve a encantar ahora. Tienes un don: poténcialo ;-)
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