13 jul 2016

Correr sin mirar atrás


         Salgo rauda, atravesando el jardín, hacia la puerta y sin detenerme a pesar de que me llame a gritos. Cruzo la calzada sin mirar si circulan coches por mi izquierda y es ahí, al sentir el calor del cemento, cuando caigo en la cuenta que he salido descalza. La vista se me nubla por las lágrimas no derramadas y que estoy tratando de contener pero parece misión imposible. Mi nombre en sus labios a voz en grito me resuena en la cabeza una y otra vez y lo escucho cada vez más cerca, pero mi mente sigue embotada, solo una idea recurrente se pasea por ella a sus anchas.

Hasta que una mano firme y que conozco tan bien se aferra a mi brazo derecho y me gira hasta quedar frente a su dueño. Unos dedos se posan bajo mi barbilla y hacen que levante la mirada y la entrelace con la suya…; es en ese instante, cuando sus labios al fin pronuncian lo que sus ojos me dicen.

―Lo siento. Perdóname por favor.

―No puedo. Era la única cosa que sabias que jamás perdonaría…

        Las palabras se quedan atascadas en mi garganta y las lágrimas empiezan a correr por mi rostro. Él atrapa una con su dedo, limpiando mi cara con suavidad e intenta acercar su boca a la mía pero yo la aparto.

―No me beses ―. Le reto con la mirada ―. Deja que me vaya, deja que rehaga mi vida, déjame ser libre. Tú ya me has hecho bastante daño.

―Pero podemos volver a intentarlo, podemos empezar de cero y… ―. Pongo mi dedo índice sobre sus labios para acallar su frase.

―Te has acostado con mi mejor amiga, has roto todo lo que había entre nosotros… y no solo eso, también has destrozado una amistad de años ―. Intenta responderme pero se lo impido y continúo hablando ―. Ya, ya sé que no ha sido solo culpa tuya. Sin embargo, me ha dolido más tu traición que la suya.

            Sin más, le dejo abandonado en mitad de la acera para volver a esa casa. Hago una maleta con rapidez y al fin recupero mis zapatos. Me marcho con paso decidido del único lugar que he podido considerar mi hogar y ando por la calle sin rumbo. En ese momento, pienso que nunca más volveré a ser feliz, que no volveré a sonreír y que ya no podré confiar en nadie más, aunque dicen que la esperanza es lo último que se pierde, ¿no?

                                        (Fotos: Google)


5 comentarios:

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