Termina
el ensayo y todos los compañeros se marchan hacia los vestuarios. Yo no,
necesito desfogarme. Miro la reserva de aulas y justo ahora está libre. Cierro
las puertas y escojo en el reproductor una de las piezas que hemos estado
bailando antes. Subo el volumen, me coloco frente al espejo y ya no existe nada
más. Me centro en la rutina, en piruetas, pliés, jetés y más piruetas, aún
teniendo los pies destrozados.
Solo
estamos yo, el baile y los pensamientos bullendo en mi cabeza. Una y otra vez
se repite el mismo: ¿Por qué ahora? ¿Es el momento? Miles de imágenes pasan por
mi mente. La primera vez que me puse un tutú, mi primera clase, mi primera
coreografía, mi primer espectáculo. Pero no sólo está el ballet, no solo
existen mis primeras veces. También está él y nuestras primeras veces. El
primer encuentro, el primer beso, la primera vez, la primera discusión… Y todas
nuestras, todas nos pertenecen. No quiero perder nada de eso, quiero muchas
más, necesito ser sus últimas veces. Si no sabemos, aprenderemos juntos.
Me detengo en
seco cuando esta idea penetra en mi subconsciente. Se lo que quiero y no está
aquí. Paro la música, cojo mis cosas y salgo disparada por la puerta. Me
apresuro por el camino y no me doy cuenta de la fina lluvia que me empapa. Pero, al atravesar un cruce, un vehículo se salta un
semáforo y cuando soy consciente me encuentro ya en la calzada, con parte de
mis preocupaciones, miedos y deseos diluyéndose en los charcos que se van
formando en el asfalto. "¡Una ambulancia!", escucho a lo lejos. Me
siento desorientada pero sí siento el suave hilo de sangre que se desliza por
mis muslos. Y es ahora cuando todo lo demás deja de tener importancia, la
discusión de esta mañana no tiene sentido, las prioridades son otras.
Horas después, abro los ojos y una mano aferra la mía con fuerza.
Su mano. Lo único que necesito en esta vida. Me da miedo levantar la vista y
enfrentarme a sus ojos, a la cruda realidad. Cuando nuestras miradas se cruzan
todo se ilumina. Y su tenue sonrisa me dice que todo va bien. Si no sabemos, ya aprenderemos; si nos
equivocamos, lo corregiremos juntos. Siempre juntos. Sus
labios impactan sobre los míos y todo a mí alrededor deja de existir.
(Imágenes: Pinterest)
Increíble. Breve pero intenso. Enhorabuena chicas. Genial.
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