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21 sept 2020

Descubriendo más de... Los chicos malos siguen apostando (Cristina Prada)

 

¡Buenas tardes, soñadores!

Mañana sale a la venta la nueva novela de la autora Cristina Prada: “Los chicos malos siguen apostando”. ¿Queréis descubrir más sobre ella?

¡Seguid leyendo!

 
 

1.        ¡Hola, Cristina! Llega una nueva novela y una muy esperada. ¿Qué tal ha sido la experiencia de volver con Héctor y Aitana y vivir su historia de primera mano?

Hola. Estoy encantada de volver a estar aquí con vosotras. Escribir las novelas de Héctor y Aitana ha sido una experiencia maravillosa. Al principio, resultó complicada porque no daba con su historia. Pensaba y pensaba, pero, lo que se me ocurría, sabía que no era lo que ellos querían contarme. Incluso la primera vez que comencé a escribirla, tuve que dejarla y ponerme con otra historia porque no encontraba la línea. Sin embargo, gracias a una canción, Hey ma de Pitbull y J. Balvin con Camila Cabello, nació la idea de la que partió todo. He disfrutado muchísimo y también me he sorprendido muchísimo. Héctor y Aitana han volado más alto de lo que yo nunca había imaginado, lo que demuestra una vez más que el autor de un libro es sólo un vehículo de sus personajes. Esto muy orgullosa de ellos. 

 

2.        ¿Quiénes son ellos (por si alguien aún no les conoce...)?

Aitana es Aitana León, la hermana de Rico León, el Rey del Extrarradio, el prota de Los chicos malos apuestan, las chicas listas ganan, un libro que sigue dándome millones de alegrías, ¡ya vamos por la tercera edición y sumando!

Héctor es Héctor Cruz, el mejor amigo de Rico, lo que directamente asegura que va a haber mucho que contar.

 

3.        ¿Qué nos van a hacer sentir en esta novela? ¿Qué descubriremos en ella?

Vamos a descubrir la historia de dos personas que se quieren con todo el corazón. Sé que suena muy tópico, incluso obvio, pero es que es la pura verdad. Héctor y Aitana están enamorados hasta la médula y harían todo, y todo en mayúsculas, para que el otro sea feliz.

El problema para ellos es que las cartas que les tocan de inicio son muy difíciles. Aitana tiene diecisiete años y once meses cuando arranca el libro, Héctor veintinueve años, pero estamos hablando de un hombre sincero, honesto y de principios, una persona decente y nunca, jamás, se permitiría tocarla porque está convencido de que Aitana merece a alguien con quien descubrir la vida y que la descubran a la vez, no un hombre que ya tiene las respuestas a preguntas que ella ni siquiera se ha hecho. Además, es la hermana de su mejor amigo, lo que garantiza, sobre todo conociendo a Rico y su historia, que será una situación demasiado complicada. Héctor y Aitana se enamoran sin haberse podido permitir ni siquiera un beso.

Pero el amor es el amor, que no se le olvide a nadie, y si tiene que mover montañas, las moverá.


4.        Aquí volveremos a saber de los personajes que ya conocimos en "Los chicos malos apuestan, las chicas listas ganan". ¿Cómo verán ellos las cosas desde el otro lado?

Yo nunca he sido partidaria de contar el mismo libro dos veces. Si vas a tomar la decisión de volver sobre los pasos de una historia, tiene que estar fundamentada en que será atractiva para la lectora, que encontrará algo que le sorprenderá o le ayudará a atar cabos que necesita para entender otras cosas.

Esa premisa he intentado que se mantenga a lo largo de toda la novela. Rico y Daniela son parte de la historia, por supuesto, y tienen mucho peso, pero este es el libro de Aitana y Héctor y ellos son los protas indiscutibles.

Al final de Los chicos malos apuestan las chicas listas ganan, Daniela le pregunta a Héctor si le fue difícil estar separado de Aitana, dejando que entre líneas se lean millones de palabras. Él deja escapar una sonrisa triste y fugaz y pierde la mirada al frente «Eso va a ser difícil siempre y lo es aún más cuando la tengo cerca» «No he tocado a Aitana jamás», añade y Daniela sabe por qué, porque es un hombre decente, como decíamos antes.  «Por eso es difícil, ¿no? —replica Daniela—. Tiene que serlo que dos personas estén enamoradas y no puedan estar juntas».

Detrás de ese pequeño dialogo, hay toda una historia repleta de muchísimas cosas bonitas y de alguna que otra triste, pero sobre todo llena de amor. Teníamos que contarla.

 

5.        ¿Las expectativas son altas? ¿Hay presión y nervios?

Yo siempre estoy nerviosa con un lanzamiento jajaja, pero esta vez es cierto que lo estoy un poco más y que tengo más ganas (si es que eso es posible) de que podáis leer el libro y saber qué os parece. Héctor y Aitana se han colado en mi corazón y estoy deseando saber si son como os imaginabais, si habéis disfrutado con su historia… Expectativas es una de las palabras que más miedo da del diccionario, así que espero haberlo hecho bien. Héctor y Aitana y Rico y Daniela y Mati y Pablo y Suso y el abuelo más todos los nuevos personajes se lo merecen pero, sobre todo, se lo merecen las lectoras… Lo que te diga, nivel de nervioso modo un millón.


6.        ¿Podrías deleitarnos con algún fragmento de la historia que sea especial para ti?

—Tu hermano sólo necesita que estés bien, que seas feliz.

—¿Cómo voy a serlo si él no deja de sacrificarse por todos nosotros? —repliqué con vehemencia, ladeando el cuerpo para tenerlo de frente. Inconscientemente, albergué la estúpida idea de que, si Héctor entendía por qué necesitaba hacer eso por Rico, él también acabaría aceptándolo—. Podría llevar otra clase de vida infinitamente más cómoda, podría olvidarse de las carreras. Ser feliz —sentencié.

Héctor dejó escapar todo el aire de sus pulmones sin levantar sus ojos de los míos. Había sabido ver que eso era lo que, en el fondo, más me preocupaba de todo. Si debía elegir, Rico siempre nos elegía a nosotros y eso incluía cualquier cosa que sintiese por cualquier chica.

—Yo sólo quiero cuidar de Rico —continué—, igual que él cuida de todos nosotros.

Su mirada se oscureció y, con el reflejo de las luces en el agua, el color de sus ojos otra vez volvió a jugar y a posicionarse entre el verde, el azul, el aguamarina y de vuelta a un pardo, a un castaño, a un marrón.

—Eres increíble —susurró, y hubo veneración en su voz.

—No es verdad —repliqué en un murmullo—. Sólo hago lo que siento.

Y noté cómo el hechizo se hizo aún mayor. No podía ponerlo en palabras, pero

Héctor, todas las emociones que se despertaban en mí cuando me miraba, cuando estaba cerca... Nunca había experimentado algo así, era como si mi cuerpo fuera más mío que nunca y al mismo tiempo menos, porque estaba aprendiendo que necesitaba de otro para estar completo, como si cada palabra tuviese más valor y cada latido sonase mejor.

Sin embargo, todos aquellos sentimientos eran demasiado intensos y, abrumada, bajé la cabeza.

—Sé que es una estupidez —dije, porque necesitaba romper ese silencio lleno de tantas cosas—. Supongo que nadie se deja guiar por su corazón sin pensar en nada más.

Tal vez debería ser un poco más como Hugo, aprovechar todo lo que Rico me da y preocuparme sólo por mí, pero es que no soy capaz. Creo que no podría ser feliz así. — Callé un segundo, agobiada porque la mente me estaba funcionando a mil kilómetros por hora—. ¿A que es la mayor tontería que has oído nunca?

Lancé una sonrisa triste, con la mirada fija hacia delante; una sonrisa que en cierta manera era un escudo para luchar contra la idea de que, una vez más, nunca había sido más sincera, que poner lo que nos da miedo en voz alta, por un segundo, hace que asuste más.

—Yo escribo libros que después guardo en un cajón sin dejar que ninguna persona los lea —replico Héctor con la voz ronca— porque tengo demasiado miedo de que a nadie le gusten.

Mi corazón se aceleró, deprisa, y a cada latido me sentía más y más cerca de él.

—Yo sigo queriendo a mi padre —pronuncié.

La mayor verdad de todas, la que más miedo daba. Bosco era una persona horrible, nos había abandonado a nuestra suerte hacía mucho tiempo y, aun así, no podía no pensar en él, echarlo de menos, desear que cambiara y nos quisiera como yo lo quería a él.

—Yo ya no recuerdo al mío.

Sus palabras y, sobre todo, el tono que usó al pronunciarlas me hizo girarme y buscarlo con la mirada. Él tenía la suya perdida en el agua, un poco desolado, un poco desahuciado, y, por primera vez desde que lo había conocido, un poco decepcionado con la vida que le había tocado vivir. Su confesión lo hizo vulnerable como a mí la mía y también nos unión un poco más. Dos personas tristes, sentadas en el bordillo de una piscina, que acababan de entender que de alguna manera ya no estaban solas.

Las primeras notas de Con las ganas, de Zahara, comenzaron a sonar.

No lo dudé y dejé caer mi cabeza sobre su hombro. Estábamos juntos en eso.

—Necesitamos un momento catártico —anuncié de pronto, levantando la cabeza y buscando su mirada.

Héctor frunció el ceño, sin entender a qué me refería.

—Somos como esos nativos americanos que hacen la ceremonia del té purificador y después tienen que salir a cazar un oso —improvisé un rito.

—¿Quiere que cacemos un oso, señorita León? —planteó, burlón, entrecerrando los ojos al tiempo que se inclinaba suavemente hacia mí, sabiendo a la perfección que ése no era el quid de mi argumento.

—No se quede en las simples palabras, señor Cruz —respondí, imitando su gesto y su movimiento.

—¿Quieres entonces que vivamos una experiencia revitalizadora después de haber contado nuestras historias más tristes?

—Exactamente —respondí con una sonrisa, señalándolo con el índice.

Sin dudarlo, me levanté bajo su atenta mirada y una de sus preciosas sonrisas.

Me quité la corbata y la camisa, me desprendí de la falda y me lancé a la piscina en ropa interior, sin pensarlo. El agua me recibió a la misma temperatura perfecta y, cuando saqué la cabeza de ella, la sonrisa volvió a mis labios. La sensación era increíble, con el peligro moviendo deprisa la sangre en mis venas, con la idea de aventura llenándome de endorfinas, con la sensación de haberme abierto en canal y no guardarme nada.

—Sienta bien, ¿verdad? —repitió, casi en un grito, desde el borde.

Sentaba de maravilla y él era mi recompensa.

Héctor se deshizo de su ropa y, en bóxers, se lanzó a la piscina. Sonreí como una niña cuando su cuerpo se sumergió en el agua y el gesto se trasformó en una inmensa cuando emergió del líquido elemento justo frente a mí.

 

7.        ¿Nos quedaremos con ganas de más al llegar al final?

La historia son dos libros y al final, todo queda atado y las dudas, todas resueltas. Espero que os quedéis con ganas de más porque significará que no habéis tenido suficiente de ellos y que os encantaría tener más pedacitos de sus vidas, exactamente como me pasa a mí.

 

8.        ¿Algo que se haya quedado en el tintero y quieras contarnos?

Me gustaría contaros que la historia de Héctor y Aitana empieza en Vallecas, en el Barrio, como no podía ser de otra manera, pero que es un viaje y estaremos en Nueva York, en Nueva Jersey y otros lugares (que no os puedo contar porque quiero que os sorprendan) sobre los que he disfrutado muchísimo escribiendo y que espero que vosotros disfrutéis igual.

También quiero daros las gracias y deciros que el apoyo que le habéis dado a estos personajes desde que salió Los chicos malos apuestan, las chicas listas ganan ha sido maravilloso. Gracias, gracias, gracias.

 

¿Qué os ha parecido? ¿Os habéis quedado con ganas de seguir leyendo? ¡Mil gracias por todo, Cristina!

¡Recordad, soñadores! A partir de mañana encontraréis la novela en todas las plataformas digitales (aquí). ¡Qué la disfrutéis!

Besos de colores.

 
 

1 comentario:

  1. Me he quedado con ganas de más, pero voy a esperar a que estén los dos y primero releer a Rico y luego sigo con ellos, va a ser duro sobre todo por que desde anoche le tengo, siempre los compro en preventa, espero resistir.

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